lunes, 8 de enero de 2018

ARCIPRESTAZGO “NUESTRA SEÑORA DEL VALLE”

“VIVIMOS EN COMUNIÓN”. Este epígrafe que encabeza el Plan Pastoral Diocesano para el actual curso, queda muy bonito en los papeles puesto que es algo connatural al cristiano (cf Jn 17,21), pero llevarlo a la práctica, en muchas ocasiones cuesta, porque el cristiano a veces “peca” de vivir cómodamente instalado dentro de su pequeño grupo, viendo a todos los que no forman parte del mismo como algo ajeno a él.
Esta dinámica hay que romperla, y el Plan Pastoral Diocesano ha querido centrarse, en este curso, en lograr ese objetivo, haciéndonos un especial llamamiento a todos con el lema “Vivimos en comunión”, de modo que ese “vivimos en comunión” se instale en nuestros corazones.
Para lograr ese objetivo, es imprescindible la labor del Arciprestazgo. Pero, ¿conocemos en realidad el Arciprestazgo al que pertenecemos?
Fue con la Visita Pastoral realizada en 1994, por el entonces Obispo de la Diócesis D. Santiago García Aracil, cuando el arciprestazgo “Nuestra Señora del Valle” comenzó a adquirir, de algún modo, carta de naturaleza. Constituido en 1995 por 6 parroquias, siguiendo el Estatuto Marco para los Consejo Arciprestales, en la actualidad lo forman las 12 parroquias de la zona norte y noreste de la ciudad (Cristo Rey, El Salvador, San Félix de Valois, San Juan Bosco, San Juan de la Cruz, San Juan Pablo II, San Miguel, Santa Cruz, Santa María del Valle, Santa María, Madre de la Iglesia, San Pedro Poveda y, Nuestra Señora de Belén y San Roque). Nuestro arcipreste es el Rvdo. D. Francisco de la Torre Tirado, habiéndolo sido con anterioridad D. Francisco Pérez Pinel, D. Tomás Jurado Lérida, D. Francisco Rosales Fernández y D. Santos Lorente Casáñez.
Después de estos breves datos históricos, que sirven para tomar conciencia de que nuestro Arciprestazgo, a pesar de que lo desconozcamos, no es algo nuevo, veamos cómo funciona.
Está regulado por el Consejo de Pastoral Arciprestal que está constituido por los párrocos y un seglar de cada una de las 12 parroquias, un representante de cada institución religiosa que se ubique dentro de la demarcación del conjunto de las parroquias, y tres seglares de designación directa del Arcipreste, de modo que la mayoría del mismo con seglares.
Mediante reuniones periódicas, se intenta hacer visible, y vivenciar, ese “Vivimos en comunión” que nos pide el Plan Pastoral Diocesano. Programar actividades conjuntas y desarrollarlas en las diversas parroquias ha sido labor de estos años. Algunas se han hecho habituales en nuestros calendarios (El Encuentro de niños de Primera Comunión, el Retiro Cuaresmal…), y otras se han realizado de manera más puntual según la necesidad detectada (Encuentros de grupos de diversas pastorales, curso de lectores, charlas o conferencias…)
La razón de ser del arciprestazgo es conveniente para realizar una pastoral bien articulada y de conjunto. El arciprestazgo es “signo de comunión para la misión”, ya que, en la actualidad, las parroquias difícilmente pueden cumplir con su misión evangelizadora si están aisladas, individualizadas del resto de parroquias.
Aquí, en esta misión evangelizadora, es donde tiene dicha razón de ser el arciprestazgo, con una triple identidad: Pastoral, al potenciar la pastoral de conjunto; Sociológica, dando respuesta a necesidades reales y afines; y Eclesiológica, siendo expresión de una Iglesia de comunión para la misión.
No cabe duda que hay un largo camino a recorrer: el simple hecho de que a pesar de tener nuestro arciprestazgo una historia de 22 años, siga siendo desconocido, para la mayoría de los feligreses de nuestras 12 parroquias, lo demuestra. Hay que mejorar la comunicación de lo que se realiza, comprender que no todas las parroquias pueden tener de todo (un claro ejemplo de ello son los Cursillos Prematrimoniales), ofrecer actividades para varias parroquias para que sea mayor el número de beneficiados de las mismas, sentirnos parte de una comunidad que trasciende las cuatro paredes de nuestra parroquia, tener una visión no tan reduccionista de las necesidades pastorales de nuestra sociedad… y por supuesto, perder el miedo a que nuestra parroquia pierda su sentido, eso jamás ocurrirá ya que el corazón que da vida al arciprestazgo, es el de cada una de sus parroquias.
Salgamos de nuestras comodidades, sintamos el arciprestazgo como algo nuestro, vivamos plenamente unidos e identificados con las personas que trabajan en otras parroquias, veamos los problemas de otras comunidades como algo que nos preocupa…VIVAMOS EN COMUNIÓN.


José Ibáñez Muñoz
Secretario del Consejo Arciprestal

“Nuestra Señora del Valle”

DOMINGO DE RAMOS