“VIVIMOS EN COMUNIÓN”. Este epígrafe que
encabeza el Plan Pastoral Diocesano para el actual curso, queda muy bonito en
los papeles puesto que es algo connatural al cristiano (cf Jn 17,21), pero llevarlo a la práctica, en muchas ocasiones
cuesta, porque el cristiano a veces “peca” de vivir cómodamente instalado
dentro de su pequeño grupo, viendo a todos los que no forman parte del mismo
como algo ajeno a él.
Esta dinámica hay que romperla, y el
Plan Pastoral Diocesano ha querido centrarse, en este curso, en lograr ese
objetivo, haciéndonos un especial llamamiento a todos con el lema “Vivimos en
comunión”, de modo que ese “vivimos en comunión” se instale en nuestros
corazones.
Para lograr ese objetivo, es imprescindible
la labor del Arciprestazgo. Pero, ¿conocemos en realidad el Arciprestazgo al
que pertenecemos?
Fue con la Visita Pastoral realizada en
1994, por el entonces Obispo de la Diócesis D. Santiago García Aracil, cuando
el arciprestazgo “Nuestra Señora del Valle” comenzó a adquirir, de algún modo,
carta de naturaleza. Constituido en 1995 por 6 parroquias, siguiendo el
Estatuto Marco para los Consejo Arciprestales, en la actualidad lo forman las
12 parroquias de la zona norte y noreste de la ciudad (Cristo Rey, El Salvador,
San Félix de Valois, San Juan Bosco, San Juan de la Cruz, San Juan Pablo II,
San Miguel, Santa Cruz, Santa María del Valle, Santa María, Madre de la
Iglesia, San Pedro Poveda y, Nuestra Señora de Belén y San Roque). Nuestro
arcipreste es el Rvdo. D. Francisco de la Torre Tirado, habiéndolo sido con
anterioridad D. Francisco Pérez Pinel, D. Tomás Jurado Lérida, D. Francisco
Rosales Fernández y D. Santos Lorente Casáñez.
Después de estos breves datos
históricos, que sirven para tomar conciencia de que nuestro Arciprestazgo, a
pesar de que lo desconozcamos, no es algo nuevo, veamos cómo funciona.
Está regulado por el Consejo de Pastoral
Arciprestal que está constituido por los párrocos y un seglar de cada una de
las 12 parroquias, un representante de cada institución religiosa que se ubique
dentro de la demarcación del conjunto de las parroquias, y tres seglares de
designación directa del Arcipreste, de modo que la mayoría del mismo con
seglares.
Mediante reuniones periódicas, se
intenta hacer visible, y vivenciar, ese “Vivimos en comunión” que nos pide el
Plan Pastoral Diocesano. Programar actividades conjuntas y desarrollarlas en
las diversas parroquias ha sido labor de estos años. Algunas se han hecho
habituales en nuestros calendarios (El Encuentro de niños de Primera Comunión,
el Retiro Cuaresmal…), y otras se han realizado de manera más puntual según la
necesidad detectada (Encuentros de grupos de diversas pastorales, curso de
lectores, charlas o conferencias…)
La razón de ser del arciprestazgo es
conveniente para realizar una pastoral bien articulada y de conjunto. El
arciprestazgo es “signo de comunión para la misión”, ya que, en la actualidad,
las parroquias difícilmente pueden cumplir con su misión evangelizadora si
están aisladas, individualizadas del resto de parroquias.
Aquí, en esta misión evangelizadora, es donde tiene dicha razón de
ser el arciprestazgo, con una triple identidad: Pastoral, al potenciar la pastoral de
conjunto; Sociológica, dando
respuesta a necesidades reales y afines;
y Eclesiológica, siendo expresión de una Iglesia de comunión para la
misión.
No cabe duda que hay un largo camino a recorrer: el simple hecho
de que a pesar de tener nuestro arciprestazgo una historia de 22 años, siga
siendo desconocido, para la mayoría de los feligreses de nuestras 12
parroquias, lo demuestra. Hay que mejorar la comunicación de lo que se realiza,
comprender que no todas las parroquias pueden tener de todo (un claro ejemplo
de ello son los Cursillos Prematrimoniales), ofrecer actividades para varias
parroquias para que sea mayor el número de beneficiados de las mismas,
sentirnos parte de una comunidad que trasciende las cuatro paredes de nuestra
parroquia, tener una visión no tan reduccionista de las necesidades pastorales
de nuestra sociedad… y por supuesto, perder el miedo a que nuestra parroquia
pierda su sentido, eso jamás ocurrirá ya que el corazón que da vida al
arciprestazgo, es el de cada una de sus parroquias.
Salgamos de nuestras comodidades,
sintamos el arciprestazgo como algo nuestro, vivamos plenamente unidos e
identificados con las personas que trabajan en otras parroquias, veamos los
problemas de otras comunidades como algo que nos preocupa…VIVAMOS EN COMUNIÓN.
José Ibáñez Muñoz
Secretario del Consejo Arciprestal
“Nuestra Señora del Valle”