Lo sobrenatural es lo más natural
Hola, amigos!
Hola, amigos!
Intento resumir aquí todos estos meses pasados.
Esperando para embarcar en el vuelo con el que comenzaban mis
vacaciones, recibí la noticia de la enfermedad de mi padre…
Así empezaba un tiempo intenso lleno de silencios y palabras, de
preguntas y respuestas. Un tiempo de besos y lágrimas, de saludos y despedidas;
bullicio y soledad.
Ante la enfermedad y la muerte parece que aumenta nuestra capacidad de
descubrir lo esencial de la vida y de optar por ello, dejando de lado muchas de
las vanidades que nos distraen hasta el agotamiento, impidiéndonos pisar fuerte
el camino de la verdadera VIDA y de la FELICIDAD.
Han sido unos meses coloreados por la luz del amor, de la fraternidad,
de la reconciliación,… todo se volvía “sacramento de la VIDA”.
He intentado simplemente estar. En silencio a veces, otras no, pero
siempre inventando el modo de decir “te quiero”, respetando los ritmos de
comprensión y aceptación.
Sí, a veces me he desesperado, pero ahí estaban mi hermana, mis
hermanos y los amigos invitándome a la paciencia y la comprensión.
Mientras la naturaleza seguía su curso… la Gracia también.
Con inmensa gratitud hemos ido viendo cómo nuestro Señor nos iba
sosteniendo y orientando en cada paso, sacando gozo de la desolación, vida de
la muerte, AMOR y VIDA NUEVA de lo que parecía el final del camino. Lo
sobrenatural es lo más natural y se revela en lo más sencillo.
La inmersión en el mundo médico buscando la curación primero y los
cuidados paliativos después ha sido para nosotros una Gracia: ¡cuánta gente
buena, cuánta delicadeza y humanidad!
Celadores, limpiadoras, asistentes, enfermeros, médicos, enfermos y sus
cuidadores, capellanes, amigos, conocidos… Casi sin darnos cuenta, se ha ido
creando una nueva familia. Un saludo, un pequeño servicio, un rato de escucha y
de desahogo, una oración ofrecida, lágrimas enjugadas, la esperanza y la lucha
compartida por la vida y la dignidad de la persona en su momento más
vulnerable…
Dios, alfarero infatigable, estaba ahí creando y recreando a cada uno
de nosotros, dando vida a través del amor y la solidaridad, abriendo también
nuestros corazones progresivamente al misterio del infinito e de la eternidad
de la VIDA. Milagros que los sencillos perciben casi espontáneamente.
Mientras unos volvían a sus casas curados en el cuerpo y reconfortados
en su corazón, otros íbamos aprendiendo poco a poco un nuevo lenguaje (el de
los gestos, las miradas, las caricias, los silencios llenos de presencia) a
través del cual decíamos esencialmente dos palabras: TE QUIERO.
Llegó el momento y nuestro padre lo sabía; se estaba preparando y en
esos días donde, aún en la fragilidad física, dejó que nuestro Señor sacara de
él “su mejor versión”, se aplicó para despedirse de cada uno de nosotros: un
apretón de manos, una sonrisa, un piropo susurrado, un esfuerzo para facilitar
los cuidados que recibía, fe compartida con una oración a media voz, bromas
para animarnos, reconciliación, gratitud,… ¡qué bueno fue que abrieras los ojos
por última vez y pudieras ver ahí a Antonio! Dijeron una vez de Jesús: “ha
hecho bien todas las cosas”. También eso lo hiciste bien, Señor.
A través de tu enfermedad, papá, has colaborado de nuevo con Dios para
engendrarnos de nuevo, esta vez a la VIDA, a la fe en la VIDA NUEVA, que ya
hemos saboreado contigo estos meses pasados. Lo habéis hecho juntos, sí, con
mamá, que con tanto amor, fe y esperanza te ha acompañado y te acompaña hasta
hoy.
También nuestros hermanos en la fe nos han acompañado desde la oración
y la cercanía, facilitando todo, ofreciendo todo para acompañarnos en el
proceso sagrado que estábamos viviendo.
Desde la cercanía unos y desde la distancia otros, nos habéis ayudado a
contemplar y a entender algo más el misterio de la VIDA.
¡Cuánta gratuidad, cuánta generosidad, cuánta amistad! Juntos nos
habéis hecho un tatuaje de esos que no se borran en el corazón y en el alma.
Ahora, forjados en esta fragua tan especial, seguimos creciendo, con
las raíces más profundas, quizás y con ramas más fuertes para dejar que la
sabia de la VIDA corra más fácilmente y se transforme en frutos de AMOR.
A todos y a TI, en todos,
GRACIAS.
Diez días en RDCongo: Andrés García Fernández